¿Cómo expresas el amor?

Los 5 lenguajes del amor

Definiendo el habla para entender el lenguaje: el amor.

Antes de nada, me gustaría definir amor para este artículo como esa emoción que nace de la vinculación con otros. Y sí, hablo de otros; tu madre, tu perro, tu compañera de clase, tu mejor amigo, tus relaciones… Y también tu pareja. Es decir, que todo lo que leas a partir de ahora es aplicable a cualquiera de esas relaciones en las que sientes amor.

Así, el amor es ese sentimiento de afecto e interés hacia otro -como decía, persona, animal, situación o cosa-. Sin embargo, a diferencia de otros fenómenos, que pueden ser mayormente una experiencia individual (por ejemplo, la envidia o el miedo), el amor es un sentimiento que muchas veces necesita ser proyectado.

Aquí quiero hacer una pausa y explicar esa «necesidad». Realmente, como esas otras experiencias que comentábamos, el amor también tiene su parte individual, íntima, interna.

El término amor puro, derivado de una conceptualización budista, se relacionaría con esta vivencia intrapersonal, haciendo referencia al sentimiento de cariño y afecto desinteresado hacia el otro sin necesidad de proyectar los propios deseos o expectativas. Esto es, ser feliz con la existencia del otro sin buscar que llene mis vacíos, sin exigirle. Amar por amar.

Pero sabemos que de momento no hemos llegado al nirvana, y que a veces estas concepciones, útiles según el momento, pueden no ajustarse a nuestra realidad de cada día. Si atendemos a esa realidad, una gran mayoría experimentamos el amor como una proyección hacia el ser amado. Ese sentimiento interno crece y surge su expresión. Y, como todo sentimiento, no tiene una manera única de ser expresado.

Pensemos, por ejemplo, en la tristeza: ¿En qué piensas si te imaginas a alguien triste? Probablemente la representación más común, la que incluso aprendemos a dibujar desde la infancia, es la del llanto, las lágrimas, una boca en U invertida, un ceño fruncido. Y, sin embargo, sabemos que, a veces, el silencio también es tristeza, o el enfado, o una casa desordenada y un cansancio brutal. Vemos, entonces, que, pese a que puedan existir unas expresiones más conocidas, los sentimientos no salen de la misma forma en todo el mundo.

Lo mismo ocurre con el amor.

Diferentes idiomas para amar.

Como hemos visto, los sentimientos varían en su expresión de persona a persona. Esto se relaciona con todo lo que rodea al individuo, desde su personalidad al contexto en el que se encuentre, pasando por los aprendizajes que ha interiorizado sobre qué son y cómo lidiar con las emociones, muchos de ellos inconscientes. En 1992 Gary Chapman popularizó la existencia de cinco lenguajes diferentes a través de los cuales expresamos amor. Su perspectiva ha recibido cierta atención científica a lo largo de los años, habiendo validado algunos estudios estos cinco lenguajes descritos por Chapman, e incluso se han relacionado con la satisfacción en la pareja.

Antes de pasar a definir cuáles son estos cinco lenguajes, me gustaría que te tomaras un segundo para pensar y reflexionar sobre cómo sueles expresar tu amor hacia otras personas. Este sea, probablemente, tu lenguaje principal. Hablamos del lenguaje principal para hacer referencia a la tendencia a mostrar nuestro amor a través de una de estas formas, aunque es posible que también lo expreses de otras. Ahora sí, pasemos a definir estos cinco lenguajes: palabras, tiempo, regalos, servicios y contacto.

Primer lenguaje del amor: Palabras

Se trata de la expresión verbal, directa y explícita de nuestro amor hacia la otra persona, donde tomaríamos como ejemplo el clásico te quiero. También se incluyen referencias verbales a aquello que nos gusta de la otra persona, felicitaciones a sus logros, apoyo ante situaciones difíciles, ánimo, o cualquier expresión que indique nuestro interés, afecto, admiración y respeto hacia la otra persona:

  • «Me gusta mucho cuando pasamos tiempo juntos, me siento muy bien«
  • «Sabes enfrentarte a cosas que a mí se me harían difíciles«
  • «Envidio y admiro tu capacidad de mantener la calma«
  • «La verdad es que hablo de ti y de las cosas que hacemos juntos cuando estoy con otras personas«

No todo el mundo tiene facilidad para este tipo de expresiones de amor. A veces, cuestiones sociales y culturales han limitado el desarrollo de la expresión emocional, no solo en lo relativo al amor, en ciertas personas.

Podemos pensar en nuestros padres o abuelos, a quiénes el contexto no incentivó a hacer este tipo de introspecciones. En el caso de los hombres, como otro ejemplo, la expresión clásica de la masculinidad podría relacionarse con una menor apertura emocional.

La alexitimia se define en psicología como el fenómeno por el cual la persona siente una incapacidad para expresar los propios sentimientos, y está estrechamente relacionada con el aprendizaje emocional.

Pero podemos mantener la calma, aunque tenga un nombre raro la alexitimia no es una enfermedad incurable, sino que simplemente describe una situación que podría mejorarse con una mayor introspección e identificación de los sentimientos, a veces guiada por profesionales.

En cuanto a la pareja, este es uno de los lenguajes que más rápidamente tiende a abandonarse, quizás porque, como humanos que somos, tratamos de rentabilizar al máximo los recursos y pensamos que para qué expresar lo que ya se sabe. Error. El refuerzo es uno de los motivadores más potentes que tenemos, y el amor necesita reforzarse para que perdure.

Segundo lenguaje del amor: Tiempo

Es el tiempo que compartimos con la persona que queremos, pero no contado en minutos o en horas, sino en calidad. Convivir, por ejemplo, no es garantía de que estemos expresando nuestro amor.

Se trata de sentirse prioridad en la agenda de la otra persona, dentro de las posibilidades y circunstancias reales.

Esta expresión de amor incluye desde proponer planes mostrando interés en compartir momentos y experiencias, como la planificación de los mismos teniendo en cuenta los intereses de la persona a la que queremos, y la atención que le prestamos mientras que estamos juntos.

Puede que ahora estés pensando en grandes proyectos como viajes, escapadas de fin de semana, citas y salidas a conciertos, cine, teatro… Sí, todo eso se incluiría, pero me gustaría que entiendas que compartir tiempo va mucho más allá. De hecho, en esto se basa también el contar el tiempo por calidad y no por cantidad. Simples gestos como poner el teléfono en silencio cuando salimos a cenar, apagar la televisión mientras comemos o proponer verse sin tener un plan concreto, son también indicadores de amor hacia ti o hacia la otra persona.

Tercer lenguaje del amor: Regalos

De nuevo, hablamos de tiempo e interés en la otra persona. Se trata de detalles, no necesariamente comprados o caros, sino la expresión de haber pensado en esa persona incluso si es con algo de elaboración propia. Estos regalos son un reflejo del tiempo y esfuerzo puestos en conocer a la otra persona, en escucharla, en saber de sus gustos y aficiones, y de sus necesidades. Teniendo en cuenta este significado, es entonces comprensible que aquí no aplica el cuanto más caro, más te quiero.

Cuarto lenguaje del amor: Servicios

Se trata de favores que hago de buena gana. Otra forma de expresar mi amor por alguien es queriendo facilitarle la vida y echándole un cable en cosas que a mí me suponen cierto esfuerzo y que, aún así, decido hacer porque me apetece ver a la otra persona feliz o tranquila. No tiene por qué tratarse de grandes gestos en los que renunciemos a nuestros deseos. De hecho, cuando entra en juego la palabra sacrificio, deberíamos replantearnos por qué estamos haciendo lo que hacemos.

Una expresión sana de nuestro amor por la otra persona a través de actos de servicio podría ser recogerla del trabajo, cuidar a su mascota, cocinarle, arreglar algo en la casa… Este es uno de los lenguajes del amor que a veces más pasa desapercibido. Esto se debe, principalmente, a que su lectura no es directa y que requiere que hagamos ciertas inferencias: «Me ha venido a buscar cuando podría haberse quedado en casa, ergo, me quiere«.

Quinto lenguaje del amor: Contacto físico

Como las palabras, también es una forma muy directa y relativamente sencilla de expresar nuestro amor hacia la otra persona. Hablamos aquí de expresiones de afecto que van más allá del sexo -pudiendo este incluso no estar presente o no tener ese significado para algunos. Ejemplos de ello son los abrazos, los besos, las caricias, o el simple gesto de ir de la mano por la calle.

Como ocurre con las palabras, hay personas con mayor dificultad para mostrar este tipo de afecto, pero cabe entender los factores que pueda haber detrás y no personalizar, de entrada, la falta de afecto físico con un problema en la relación.

De hecho, ¿cómo definir la falta de afecto? ¿Acaso hay una media de contacto físico a la que llegar? Resulta más fácil entenderlo con el ejemplo del termómetro. Imagina que tú eres un termómetro y la persona a la que quieres es otro, cada uno calibrado a su manera. De igual manera que con cierta temperatura a veces tenemos frío/calor y la persona que tenemos al lado no siente lo mismo, nuestro termómetro del contacto físico, en igualdad de circunstancias, puede marcar diferentes grados, por lo que tenemos diferentes necesidades.

Oh no, no hablamos el mismo idioma.

Y no pasa absolutamente nada porque, como con los idiomas en la vida real, incluso cuando no hablamos el mismo, podemos hacer esfuerzos por entendernos aprendiendo a chapurrear un poco en el idioma del otro. Para esto, me gustaría cerrar este artículo con unas pautas sobre qué hacer cuando siento que no me expresan el amor que querría o cuando me demandan que lo exprese.

  1. Identifica cuál es tu principal lenguaje del amor. Puede ser una combinación de varios o uno solo, pero esto te dirá en qué idioma te comunicas y, por tanto, en qué idioma estás esperando que te hablen.
  2. Identifica el lenguaje del amor de la persona a la que quieres. Ahora que sabes cuáles son las formas más comunes de expresar amor por alguien, ¿cuál crees que recibes en mayor medida? Está permitido preguntarle a la otra persona.
  3. Haz peticiones concretas. Decir «es que no me quieres» es tan abstracto como decir que tienes hambre y estar dos horas debatiendo sobre qué cenar. Ahora sabes cuál es tu lenguaje, sabes lo que esperas y lo que quieres. ¿Necesitas más palabras? Pídelas. ¿Algún favor de vez en cuando? ¿Que cambie el tiempo que pasáis juntos? ¡Dilo!
  4. Acepta. Sí, después de animarte y empoderarte a que asertivamente pidas por esa boquita, te voy a pedir que aceptes. Acepta el amor que el otro puede dar. Quizás no es tu lenguaje, quizás no es en la forma que tú quieres, pero es amor. Ahora lo has identificado y sabes que está ahí; recuérdate que eso que a veces pasas por alto es amor. Es difícil que alguien se convierta en quién no es, hay ciertos cambios que hago por el otro, porque le quiero y sé que es importante para esa persona que le diga que le quiero en vez de que le arregle un enchufe de la casa, pero probablemente vaya a seguir haciéndote favores y, en menor medida, chapurrear en tu idioma.